miércoles, 24 de noviembre de 2021

 Un día como hoy, 25/11/2002, falleció John Rawls, profesor estadounidense de filosofía política en la Universidad Harvard, autor de importantes obras como Teoría de la justicia (1971) y Liberalismo político (1993),  se lo reconoce  como el filósofo político más influyente del siglo XX.

Su teoría de la justicia se funda en el concepto de  equidad, y basada en dos principios: 1) cada individuo tiene el derecho a la mayor libertad posible compatible con la misma libertad para otros; 2) la desigualdad social y económica son justas siempre y cuando mejoren la situación de los más pobres o desfavorecidos.



Puede decirse que su teoría de la justicia es una versión del utilitarismo. Según él, aún tomando en cuenta todos los costos que implica la redistribución del ingreso, la distribución justa del ingreso nacional (PBI) es la que logra que las personas más pobres estén lo mejor posible. Los ingresos de las personas más ricas deben gravarse con mayores impuestos y lo que sobra, una vez pagados los costos del sistema burocrático de administración fiscal y de transferencias, debe transferirse a los pobres. La única condición es que impuestos no sean tan altos como para provocar que el PBI disminuya, por afectar los incentivos, hasta el punto en que el pobre termine obteniendo una porción absoluta más pequeña. Una porción mayor de un PBI más pequeño puede ser menor que una porción más pequeña de un PBI más grande. La meta es lograr que la porción que obtenga la gente más pobre sea tan grande como se pueda, aunque ésta no corresponda a una participación equitativa (que es lo más probable). El más destacado contrincante de su teoría su amigo y colega Robert Nozick, quien le respondió en su libro Anarquía, estado y utopía (1974), afirmando que la idea de justicia como un beneficio o un resultado (tal como la propone Rawls) no puede funcionar, y que el concepto de lo justo debe basarse en el “principio de simetría” (las personas en una situación similar deben ser tratadas igual), que es la “regla de oro” de todas las religiones: “Trata a los demás como quieras que ellos te traten a ti”.


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