lunes, 29 de noviembre de 2021

 Un día como hoy, 29/11/1898, nació C. S. Lewis un escritor británico, medievalista y apologista cristiano, reconocido por sus obras de ficción, la más popular fue “Las crónicas de Narnia”. Crítico literario, académico de la universidad de Oxford y locutor de radio norirlandés. Lewis escribió novelas de ficción como “Cartas del diablo a su sobrino” y la “Trilogía cósmica” todas con temáticas apologéticas cristianas, y ensayos apologéticos (mayormente en forma de libro) como “Mero Cristianismo”. “Los milagros” y “El problema del dolor”, etc. Fue muy amigo de J. R. R. Tolkien (autor de El Señor de los Anillos), también prominente figura de la facultad de inglés de la Universidad de Oxford.

Lewis fue bautizado en la Iglesia de Irlanda cuando nació, pero durante su adolescencia se hizo ateo. Debido a la influencia de Tolkien y otros amigos, a los 30 años, Lewis se reconvirtió al cristianismo, lo cual tuvo un profundo efecto en sus obras, y sus transmisiones radiofónicas en la II guerra, que fueron muy populares y aclamadas. Las obras de Lewis han sido traducidas a más de 30 idiomas, y vendido millones de copias, que se han popularizado en el teatro, la televisión y el cine.

Lewis tenía un gran interés e inclinación por divulgar la cultura:

(C.S.La Experiencia De Leer)

Pero sobre todo era un divulgador cristiano, lo que se refleja en innumerables frases:

“La vida con Dios no es inmunidad contra las dificultades, sino paz en medio de las dificultades”.

“Necesito a Jesús y no a algo que se le parezca”.

 “No dejes que tu felicidad dependa de algo que puedas perder”.

“La historia humana es la larga, una terrible historia del ser humano tratando de encontrar algo distinto a Dios que lo haga feliz”

“Apunta al cielo y tendrás la tierra por añadidura. Apunta a la tierra y no tendrás ninguna de las dos cosas”.

“Dios no nos ama porque seamos buenos, Él nos hace buenos porque nos ama”.

“Creo en el cristianismo así como creo que el sol ha salido. No sólo porque lo veo, sino porque gracias a que lo veo puedo ver todo lo demás”.

“El hecho de que nuestro corazón anhela algo que la tierra no puede proveer es la prueba de que el cielo debe ser nuestro hogar”.

domingo, 28 de noviembre de 2021

 

Un día como hoy, 28/11/1820, nació Friedrich Engels, filósofo y revolucionario alemán. Se crio en el seno de una rica familia comerciante y continúo siéndolo hasta el final de sus días. Conoció a Marx en París en 1844 y no dejó de colaborar con él y ayudarle económicamente hasta que este falleció en 1883. Engel redactó el borrador del famoso “Manifiesto Comunista” al que Marx dio forma definitiva en 1848.

Influido por la filosofía determinista de Hegel sostuvo que la historia solo podía explicarse sobre la base del desarrollo de las “fuerzas productivas”; suponía los males sociales de su tiempo eran el resultado inevitable de la aparición de la propiedad privada, y solo podrían eliminarse mediante una “lucha de clases” que culminase en una sociedad comunista con la “socialización de los medios de producción” (desaparición de las empresas privadas).

Fue promotor y organizador, junto con Marx, de la Primera Internacional Comunista (1870-72) y diseño el programa de la Segunda Internacional en 1889. Entre sus obras más conocidas está “Del socialismo utópico al socialismo científico” y “El origen de la familia, la propiedad y el Estado”, que habían aparecido en el “Anti-Dühring”.

Una vez fallecido Marx publicó los volúmenes II y III de El Capital. Lo hizo a partir de las notas y borradores que dejó Marx, a quién debió estimar mucho dado que más que manuscritos, lo que dejó Marx, frecuentemente parecen garabatos. El libro I de El capital es el único que se publicó cuando Marx vivía; y el libro IV fue publicado por Kautsky.

En 1886, en el prefacio a la edición inglesa, Engels pudo decir que el libro I “constituye un todo en sí mismo”. De hecho, podemos pensar que en los tomos II y III Engels recibió gran ayuda de su propia imaginación para completar la obra de Marx, y por eso hizo bien en aclarar que el Tomo I hay que “considerarlo como una obra independiente”. Por ejemplo sabemos que Marx nunca pronunció el término “materialismo dialéctico”, este “logaritmo amarillo” como gustaba llamar Marx a los absurdos teóricos. Fue Engels quien bautizó al materialismo marxista de materialismo dialéctico.

No creemos que haya traicionado u ocultado adrede el pensamiento auténtico de Marx, pues Engels es lo suficientemente honesto al exponer la confesión de Marx, al momento de definir lo que es “clase social” (El Capital T III, capítulo 52), que él ya no creía en la existencia de dos clases sociales (proletarios y capitalistas) sino que existían tantas clases sociales como diferentes fuentes de ingreso existíanEs, a primera vista, la identidad de sus rentas y fuentes de renta. Trátase de tres grandes grupos sociales cuyos componentes, los individuos que los forman, viven respectivamente de un salario, de la ganancia o de la renta del suelo, es decir, de la explotación de su fuerza de trabajo, de su capital o de su propiedad territorial.

Es cierto que desde este punto de vista también los médicos y los funcionarios, por ejemplo, formarían dos clases, pues pertenecen a dos grupos sociales distintos, cuyos componentes viven de rentas procedentes de la misma fuente en cada uno de ellos. Y lo mismo podría decirse del infinito desperdigamiento de intereses y posiciones en que la división del trabajo social separa tanto a los obreros
como a los capitalistas y a los terratenientes, a estos últimos, por ejemplo, en propietarios de viñedos, propietarios de tierras de labor, propietarios de bosques, propietarios de minas, de pesquerías, etc.

[Al llegar aquí se interrumpe el manuscrito (F. E.)]”


viernes, 26 de noviembre de 2021

Un día como hoy, hace 99 años (26/11/ 1922) el arqueólogo británico Howard Cárter descubrió la tumba del rey Tutankamón. Los siguientes días parecieron gloriosos, periodistas de todo el mundo revoloteaban alrededor del increíble hallazgo. Muy poco después un factor desconocido cambió las caras de festejo en caras de estupor siniestro y desconcierto, comenzó una larga cadena de muertes inexplicables, de muchos de los que estaban vinculados al descubrimiento. Uno de los primeros en fallecer fue Lord Carnarvon, el mecenas de Carter, murió unos meses después del descubrimiento (23/4/1923) en El Cairo, justo a la misma hora que un apagón de luz dejo sin luz toda la ciudad, la compañía eléctrica no supo explicar las causas del fallo en el servicio, a la misma hora a la que Lord Carnarvon fallecía en Egipto, su perra Susie moría inexplicablemente en Inglaterra. Poco después, Lord Aubrey Herbert, hermano del fallecido, se suicidó en un arrebato de locura. Y la esposa del que fuera impulsor del descubrimiento de la tumba, Lady Elizabeth Carnarvon, pereció en febrero de 1929 por la picadura de un insecto “desconocido”.

Howard Cárter, vio en pocos años en un desfile macabro cómo iban cayendo uno tras otro sus mejores amigos y colaboradores. Pero no sólo colaboradores, también el príncipe egipcio Ali Kemel Fhamy fue asesinado por su esposa en el Hotel Savoy de Londres, pocos días después de haber visto la tumba. Arthur Mace, el asistente de Cárter, falleció antes de que pudiera ser vaciada la tumba, y su secretario Richard Bethell también murió en noviembre de 1929 de nuevo de forma inexplicable, pues fue a echarse una cabezada en el Bath Club de landres, estando totalmente sano, y jamás despertó, sin que los médicos hallaran la causa de lo sucedido. El egiptólogo francés Georges Benedite, tuvo una caída mortal a los pocos días de visitar la tumba. Los doctores Douglas Derry y Alfred Lucas, murieron de sendos ataques al corazón en 1925, de manera sincronizada e incomprensible.

Este cúmulo de continuadas tragedias, fue comidilla de la prensa de entonces, se hablo de la leyenda de la maldición de Tutankamon, porque el sello de la antecámara de la tumba decía lo siguiente: “Transportada por sus alas, la muerte sorprenderá a cualquiera que se acerque a la tumba del faraón”. Las defunciones no cesaban: Sir Archivald Reid, el encargado de realizar las radiografías de la momia, murió de vuelta a Londres tras realizar su trabajo; al igual que le ocurrió al industrial británico Joel Wool, para quien el de regreso se murió en el transatlántico; el multimillonario estadounidense George J. Gould, que murió al día siguiente de visitar la tumba. En total, de las veinte personas que había cuando se descubrió el sarcófago, fallecieron trece, y la cadena de víctimas relacionadas con el hallazgo alcanzó el número de treinta, interrumpiéndose las defunciones al comenzar la siguiente década.

En la foto se muestra a H. Carter y su equipo examinando al faraón, muy poco después la mayoría de los presentes en la imagen murieron en distintas circunstancias.


miércoles, 24 de noviembre de 2021

 Un día como hoy, 25/11/2002, falleció John Rawls, profesor estadounidense de filosofía política en la Universidad Harvard, autor de importantes obras como Teoría de la justicia (1971) y Liberalismo político (1993),  se lo reconoce  como el filósofo político más influyente del siglo XX.

Su teoría de la justicia se funda en el concepto de  equidad, y basada en dos principios: 1) cada individuo tiene el derecho a la mayor libertad posible compatible con la misma libertad para otros; 2) la desigualdad social y económica son justas siempre y cuando mejoren la situación de los más pobres o desfavorecidos.



Puede decirse que su teoría de la justicia es una versión del utilitarismo. Según él, aún tomando en cuenta todos los costos que implica la redistribución del ingreso, la distribución justa del ingreso nacional (PBI) es la que logra que las personas más pobres estén lo mejor posible. Los ingresos de las personas más ricas deben gravarse con mayores impuestos y lo que sobra, una vez pagados los costos del sistema burocrático de administración fiscal y de transferencias, debe transferirse a los pobres. La única condición es que impuestos no sean tan altos como para provocar que el PBI disminuya, por afectar los incentivos, hasta el punto en que el pobre termine obteniendo una porción absoluta más pequeña. Una porción mayor de un PBI más pequeño puede ser menor que una porción más pequeña de un PBI más grande. La meta es lograr que la porción que obtenga la gente más pobre sea tan grande como se pueda, aunque ésta no corresponda a una participación equitativa (que es lo más probable). El más destacado contrincante de su teoría su amigo y colega Robert Nozick, quien le respondió en su libro Anarquía, estado y utopía (1974), afirmando que la idea de justicia como un beneficio o un resultado (tal como la propone Rawls) no puede funcionar, y que el concepto de lo justo debe basarse en el “principio de simetría” (las personas en una situación similar deben ser tratadas igual), que es la “regla de oro” de todas las religiones: “Trata a los demás como quieras que ellos te traten a ti”.


lunes, 22 de noviembre de 2021

 Un día como hoy, 22/11/1963, fallece Aldous Huxley, autor de “Un Mundo Feliz” (1932), su obra puede considerarse un anticipo y advertencia sobre los peligros, e inminencia, de los desastrosos experimentos utópicos del siglo XX (Nazismo, comunismo, etc.). Es una novela de ficción en la que se describe cómo el intento de construir el sueño de un paraíso terrenal (utopía) termina en una pesadilla (distopía). Quién lee esta obra no puede dejar de pensar que es, para nosotros, un motivo de alivio que la mayoría de las utopías sólo hayan existido en la mente de sus creadores.

Después de la Utopía de Moro (1516) muchos escritores siguieron su ejemplo de utilizar sus utopías como medio para criticar los males de la sociedad. Esta costumbre se generalizó en el siglo XIX, cuando la búsqueda de utopías fue alimentada por el gran avance de la ciencia, considerada la llave del progreso. Tuvieron especial influencia la teoría de la evolución de Darwin, cuyo mensaje de la selección natural fue pervertido al convertírselo en “darwinismo social”, una propuesta de mejora humana en base a las lecciones de la «supervivencia de los más aptos» pero aplicada a las razas y sociedades. Asimismo, los descubrimientos de Mendel se pervirtieron en eugenesia, que prometía una forma activa de mejorar y purificar la raza humana, incluyendo medidas como la esterilización obligatoria. La teoría de Marx sobre el fin del capitalismo y advenimiento inevitable del socialismo, la desaparición de las desigualdades sociales, etc. Con cada invento aparecieron nuevos mundos felices. Después la psicología y medicina llevaron a la creencia de que hasta el carácter humano estaba al alcance de una transformación utópica, todo esto allanó el camino para varios de los horrores del siglo xx.

Consolidada la creencia de que era posible concretar en la tierra las promesas del paraíso (el reino celestial) se realizaron intentos inmensamente ambiciosos y equivocados para reformar la sociedad, aplicando la ciencia y la ingeniería social con ciertos parámetros ideológicos totalitarios populistas, que solo pudieron exhibir la capacidad del ser humano para transformar los sueños utópicos en pesadillas. Ocurrió en la Alemania nazi donde se  concretaron las espantosas consecuencias de la eugenesia y la política racial; la utopía comunista de Marx y Engels que se concretó en la colectivización agrícola y los gulags de la Rusia de Stalin; la Revolución cultural de Mao y su Gran Salto Adelante que impusieron por la fuerza la esterilización y una censura implacable. Estos experimentos sociales causaron la muerte de no menos de 100 millones de personas. “Un mundo feliz” de Huxley anticipa y advierte sobre los peligros de los experimentos utópicos, es uno de los grandes clásicos distópicos del siglo XX (junto a “1984” de H. G. Wells).


En “Un mundo Feliz” la estabilidad social se logra al costo de una existencia anónima inducida por drogas y lavado de cerebro en un sistema de castas manipulado mediante la eugenesia. La sociedad se divide en cinco castas, desde los Alfas dominantes hasta los serviles Épsilones. Cada individuo es incubado en un útero artificial, dentro de una especie de criadero, y después se le adoctrina para que acepte su lugar en la sociedad. A las castas más bajas se las contenta con el sexo promiscuo y el consumo de una droga alucinógena llamada soma. La comodidad y el orden logran abolir la ambición, el arte, el amor, la familia, la individualidad,  la curiosidad intelectual, incluso la libre voluntad. Huxley muestra sobre todo los horrores de un condicionamiento social extremo, un infierno ambiental, más que la eugenesia. Pero una lectura actualizada también puede alertarnos respecto a la clonación y la ingeniería genética, que pueden estar llevándonos hacia un «mundo feliz» en el que la libertad del cuerpo y de la mente podrían desaparecer, y que lo que está en juego en última instancia en lo que se refiere a la biotecnología es la propia base de la moral humana.

domingo, 21 de noviembre de 2021

 

Un día como hoy, 21/11/1694, nació Francois-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, uno de los pensadores más influyentes de su época. Fue un intelectual comprometido, que puso varias veces en juego toda su seguridad y el gran prestigio ganado como hombre de letras, por denunciar injusticias y abusos de poder. Con su activismo pretendía transformar la realidad político-social, particularmente de Francia. Fue un intelectual «mediático», un maestro en saber llegar a la «opinión pública» través de  las gacetas, libros y cartas (las redes sociales de aquél entonces). Muy irónico e imaginativo, fue el inventor de la famosa anécdota  de Newton descubriendo la ley de gravedad al caerle encima una manzana del árbol bajo cuya sombra reposaba.  Durante las dos últimas décadas de su vida, Voltaire se consagró a expandir por Europa, bajo distintos pseudónimos, una serie de escritos que fueron desaprobados, prohibidos y quemados, liderando campañas a favor de víctimas de atropellos judiciales, movilizando a una opinión pública que recién comenzaba a tenerse en cuenta. Participó en todos los combates contra el fanatismo, intolerancia y abuso de poder. Su única arma era una ironía dialéctica, que le costó estar un año preso en la Bastilla (1717) y tener que huir años después a Suiza para no volver a ser aprehendido.



Era un auténtico librepensador, que veía en la historia una fuente para aprender de los errores del pasado, entre ellos las Guerras de Religión que asolaron Europa occidental y norte de Europa, entre 1524 y 1697, iniciadas en simultáneo con la Reforma protestante. Si bien no siempre guardaron relaciones entre sí, todas estas guerras estaban fuertemente influidas por los cambios en el paradigma religioso y el conflicto y la rivalidad a que dieron lugar.

En su Tratado sobre la tolerancia (1763), Voltaire escribe: Para que un gobierno no tenga derecho a castigar los errores de los hombres, es necesario que tales errores no sean crímenes: sólo son crímenes cuando perturban la sociedad: perturban la sociedad si inspiran fanatismo; es preciso, por lo tanto, que los hombres empiecen por no ser fanáticos para merecer la tolerancia.” Luego agrega ”No cabe mostrar ser tolerante con el fanatismo”, que es lo mismo que dos siglos después dijera Popper Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.” (La sociedad abierta y sus enemigos” (1945). Claro que Popper se refería a los fundamentalismos contemporáneos, los gobiernos totalitarios (nazis, comunistas, fascistas y populistas en general).